DEBRA SMITHSON "LA MAGA BLANCA"
http://unateoriadesalud.blogspot.com/2016/03/debra-smithson-la-maga-blanca.html
Hola amigos¡
Esta es una antigua leyenda susurrada por el sabio a la luz de la Luna llena, que aventura su destello sobre los campos cubiertos de escarcha en los inviernos de la muerte, mientras despiertan las hadas y bajan a robar la danza, sobre las limpias aguas de la tierra.
A través de este relato, viajamos a una forma de mirar y ver el mundo que nos rodea y nos introduce en el campo de la terapia floral que desarrollo el Dr. Edward Bach.
Mi agradecimiento a quienes lo han inspirado y a la ayuda de mi amado compañero de viaje¡
Dulces y hermosos sueños¡
Autor relato: JOANNA
Esta es una antigua leyenda susurrada por el sabio a la luz de la Luna llena, que aventura su destello sobre los campos cubiertos de escarcha en los inviernos de la muerte, mientras despiertan las hadas y bajan a robar la danza, sobre las limpias aguas de la tierra.
A través de este relato, viajamos a una forma de mirar y ver el mundo que nos rodea y nos introduce en el campo de la terapia floral que desarrollo el Dr. Edward Bach.
Mi agradecimiento a quienes lo han inspirado y a la ayuda de mi amado compañero de viaje¡
Dulces y hermosos sueños¡
Autor relato: JOANNA
Debra nació en Hibernia, en la primavera del año 54
a.C. en mitad de una batalla, que se libraba en apoyo al rey Casivellauno
contra los ejércitos de Julio Cesar, el emperador romano invasor que atacó el
poblado durante la madrugada. En medio de la sangre y del furor de la batalla
su madre se puso de parto y no fue un nacimiento fácil ni relajado. El primer
contacto físico con el mundo fue el abrazo de un trozo de tela burda, con la
que la cubrió su madre antes de depositarla en un agujero hasta taparla casi totalmente de ramas y hojas, con
el fin de ocultarla lo más lejos que pudo de la zona por donde corrían ríos de
sangre, rabia, ira y crueldad máxima. Cuando se hubo asegurado, volvió a
levantar la espada al lado de su compañero y esposo Eoin en el campo de batalla
contra los romanos. Así, nada más nacer, Debra descubrió que esta vida estaba
cargada de dolor y sufrimiento.
A lo largo de su infancia, Debra nunca tuvo
demasiado tiempo para jugar y vivir en un hogar, pues después de ser vencidos y
su rey derrotado su madre la rescató de su escondite de hojarasca y huyeron con
los guerreros a esconderse para salvar sus vidas y no ser convertidos en
esclavos de Roma o en carne de Circo.
A pesar de estas vicisitudes Debra creció fuerte,
sin hogar fijo, en los bosques de Hibernia ( lo que actualmente conocemos como
Irlanda) entre una mezcla curiosa de culturas, pues entre los supervivientes
había personas de todas las tribus celtas de las Islas ahora conocidas como
Britania: Trinovantes liderados por Mandubracio, los Icenos o Cenimagnos, los
Segonciacos, los Ancalites y Bibrocos y alguno que otro de los conocidos como
los Casos, que ocupaban la zona del otro lado del Támesis y eran por lo
general, aliados de los romanos. Excepcionalmente algún que otro clan de
Caledonia (Escocia) a quienes por estos tiempos, Julio Cesar fue incapaz de
dominar debido a los múltiples frentes abiertos con Galia y otras provincias
del continente.
Parece ser que los frentes de combate de Julio Cesar
en el continente, le mantuvieron muy ocupado pues no volvió a dominar las islas británicas hasta el año 34
a.C. en el que Cornio, aliado de los romanos, se estableció como rey de los
Atrebates.
Como ya os he contado, Debra creció en los bosques
de Hibernia, aprendiendo todo tipo de artes de supervivencia, hierbas o curas
medicinales acuñadas por su madre y maestra, hasta convertirse en una mujer de
pelo rubio como el trigo, algo excedida de peso, pero con una sonrisa especial,
simpática y conquistadora. Nunca atrajo a los hombres por su belleza, ni por su
figura, poco atlética para el gusto en las tribus, pero aun así, nunca faltaba
a su lado algún varón dispuesto a protegerla con su vida, porque ella tenía un
don: Era una mujer sanadora, conocía bien a la muerte y podía sentir cuando
ella venía a recogerte.
Algunos no la entendían, la tachaban de hechicera y
la perseguían, pero eso a Debra nacida en el horror, no la amedrentaba lo más
mínimo.
Su afán por aliviar el dolor y el sufrimiento,
siempre tan presente en su vida, le llevo a interesarse por todo tipo de tratamientos
y artes curativos que se practicaran en aquellos tiempos, con indiferencia del
credo del que procedían. Aprendió de los druidas y mujeres medicina de todos
los clanes, de los romanos, fenicios y griegos, de magos del norte y de los
salvajes. Como los conocimientos y magia de los druidas se transmitían solo en
la línea masculina, Debra se las ingenio para ocuparse de sus cuidados y
escuchar a escondidas las clases a los iniciados, completando sus conocimientos
sobre las cosas que evitaban que la enfermedad, el hambre, el dolor y otros males
les diezmaran.
Tenía una hermana más joven. Annie, a la que adoraba
con todo su corazón. Annie era más impetuosa y fuerte. Tenía una larga melena
roja como el fuego, por la que se reconocía a los descendientes de la Diosa
Danna (o Brigit en otros clanes), la Diosa Guerrera del Fuego, la Poesía y las
Artes.
Annie nunca
se alejaba mucho de su lado y la seguía desde muy pequeña a los campos de
batalla, dispuesta a contemplar con los ojos de un niño el sufrimiento de una
época tan oscura, mientras Debra atendía y rescataba a los heridos.
Debra vivía
su vida convencida de que no existen las casualidades y de que debía cumplir con
una misión. No os digo que fuera una misión al uso, como espiar al enemigo,
proveer de armas, formar parte de un grupo avanzado en el campo de batalla…¡eso
para ella eran banalidades!. Estaba convencida de que su espíritu tenía una
Misión que cumplir y ponía todo su esfuerzo y empeño en alcanzarla, acertar la
manera adecuada, en resumen: SER ÚTIL.
Los hombres y mujeres de las tribus le llamaban “la
Hechicera”, pues decían que tenía el poder de tranquilizar el miedo y la
ansiedad solo con su voz y doblegar la voluntad de los más obcecados con sus
palabras, sanar a los enfermos y ofrecer consuelo, pero al tiempo era temida,
pues decían que “andaba con los moribundos para ayudarles a cruzar el océano de
la existencia, porque la Diosa Mórrígan, “la diosa de los fantasmas” la tenía
bajo su protección y amparo”…
En las noches estivales en poblados improvisados, cuando
el tiempo y las dolorosas acciones de los hombres cesaban, ella recapacitaba y
pensaba en voz alta:
-Vivir no es sencillo! – Decía a los que le
acompañaban mientras comían alrededor del fuego -Y Sobrevivir tampoco según las
circunstancias y el entorno que te rodea! Y aún así, aceptamos el desafío de
esta experiencia y nacemos a esta vida, olvidando en el dolor del nacer el
objetivo que antes nos propusimos. No solo es vivir y morir… pues siempre se
vive para aprender, para crecer y probar, pero sobre todo, para disfrutar de la
oportunidad de la experiencia aunque sea muy corta…
El temor y la preocupación continua reducen la
energía vital de quien lo siente, convirtiéndole en una persona malhumorada y
disconforme consigo mismo.
En un estado de temor permanente, el cuerpo pierde sus
defensas, pierde por desgaste su resistencia natural a la enfermedad quedando
expuesto a ser presa de cualquier ponzoña, ya sea por un mal viento, una herida
abierta o dolencias más serias. Cuando la paz y la armonía retornan a la mente,
la salud y la fuerza retornan al cuerpo con energía vital renovada. Nosotras,
nos ocupamos de que las personas recuperen ese equilibrio. Este es un lugar
donde la Muerte se complace en enseñar cosas a los vivos. La historia de cada
uno de los que viven o han pasado por la vida es importante, es vital para ellos
mismos, esencial para quienes les aman y para mi trascendental por lo que
aprendo.
Un estado mental armonioso abre el camino a la energía vital para que
vuelva a su encuentro. La Madre nos provee a través de los Arboles Sagrados, de
las flores de prados y montañas, del agua, del calor, del alimento y cuanto
necesitamos para que poder superar los obstáculos que esta experiencia nos
brinde, con esperanza, confianza y mucho amor.
Unos se lamentan de sus problemas físicos, de los
demás, del tiempo, del lugar y de las guerras… Otros padecen angustias,
depresiones, adversidades y desilusiones, sufrimos las culpas, las justificaciones,
la decepción ante situaciones que no son compatibles con nuestras metas. Y aún así, andamos en ellas…No puedo precisar cuánto
dolor o que argumento contiene más pesar…
Los grandes maestros enseñan a descubrir el placer y
el gozo en ser útiles a los demás. Llevar este pensamiento a la práctica, hacer
real el sueño, cuesta mucho!. No digo que no se pueda, solo digo que cuesta
mucho!. Hay que poner lo mejor de uno mismo y mucha voluntad para conseguirlo.
Tenemos también grandes maestros que crean cosas,
como si estuvieran inspirados por la misma Diosa. Pintan, construyen, reparan o
descubren cosas bellas…y a pesar del
esfuerzo y el dolor de la tarea, se les conoce por ese placer que sienten al empeñar
su esfuerzo en sus creaciones o en las
cosas que hacen de modo cotidiano. Son la luz en la oscuridad, son lámparas
para iluminar el camino de los “dormidos”, para abrir la visión de los que se ven
y perciben solo como un cuerpo físico que busca sobrevivir, seres sin espíritu
que justifican sus actos hostiles ante la demanda de unos Dioses crueles e injustos,
olvidando que la Madre nos ayuda a todos por igual de modo continuo.
Entre tanta barbarie y desazón, en los pantanos de una
noche fría y oscura, me desmoralizo intentando despertar a mi gente, intentando
despertar a nuestro enemigo, mostrarles el camino…pero esto no tiene visos de
acabar nunca, cuando crees que la obra terminada ha concluido, empieza un nuevo
día y comienza otra batalla. Termina un ciclo y empiezan otros…
En mi manera de ser y entender las cosas, lo que
está en mi mano es ayudar desde el Amor, porque ¿Cuánto dolor puede soportar una
persona, un ser humano? ¿Cuál de todos los sufrimientos es peor, el físico, el
psíquico, el emocional? Cada uno en su propio universo vive su dolor como algo
inmenso y en ese “desafinado toque” todos somos lo mismo y todos padecemos el
mismo sufrimiento. Hay que tender una mano incluso al que llaman “el enemigo”
pues en él existe un ser que también padece de injusticias. Vivir en estos
tiempos es muy difícil y muy duro:
-Ojalá estuviéramos todos en otro tiempo futuro mejor-
Si..! Pero lo que nos hace seres humanos es superar todos los retos, salvar las
adversidades y sentir que somos realmente importantes. Nacer es sufrimiento, ése
fue nuestro primer reto, por si lo habéis olvidado. Estáis aquí, por voluntad
propia aceptando el reto de vivir, de experimentar y de aprender.
Aceptemos el reto de ser fieles a nosotros mismos y útiles
a los demás !.”
Y así, en cada oportunidad que tenía para reunirse
con su pueblo, sea donde fuere, en tranquila acampada o presionados en la huida
por la barbarie de las legiones romanas, les iba enseñando todo cuanto había
aprendido hasta ese momento.
En el año 37 a.C., Julio Cesar reanudó las conquistas las islas
Brites…y hubo una tremenda guerra, en la que Debra tuvo mucho trabajo, acompaño a muchos a
sanar y a otros a cruzar; siempre de la
mano de su inseparable hermana Annie. Los combates y luchas de ese tiempo, como
siempre, se daban por los territorios y sus recursos o por la ruptura de los
pactos y acuerdos, siempre por el lado romano o las partes en conflicto; pero
también sufrían otras luchas intestinas con otras tribus distintas de más al
norte.
Annie era el brazo fuerte para Debra, el amor que
sentía por ella era el sostén a tanta miseria, ella era su escudo y su espada,
con quien siempre se sentía segura y capaz del reto más duro e inalcanzable. Ambas
tenían un carácter muy diferenciando, muy distinto. Annie era luchadora,
guerrera y nunca dejaba pasar ningún desafío, ya fuera enzarzarse en una pelea,
o construir un habitáculo para los heridos así como proveer de caza a la comunidad. Todo eso bajo
un objetivo primordial, vigilar la
seguridad de Debra, proteger a “La Maga
blanca” de cualquier cosa o situación que pudiera poner en riesgo su vida,
mientras atendía algún herido o moribundo entre la sangre y el barro, entre los
gritos de lucha y muerte.
Fué la más cruel y sangrienta de las batallas contra
el ejército romano, entre la confusión de la sangrienta lucha Debra rescataba a
un centurión bajo su caballo muerto herido de gravedad en la hondonada del
valle. En ese momento un soldado pretoriano la vio agachada sobre el cuerpo de
su compañero de armas…Levantó su lanza y con toda la fuerza de su brazo salió
despedida y veloz hacia la espalda de la maga. El pretoriano creía que Debra lo
estaba rematando, pero no era así…y nunca lo fue!
“Dejaré que sobre mi corazón, crezca la hierba y el
rocío
Dejaré que tus píes descansen de la lucha en mi
pecho
Y mi amor por ti será para ellos el estandarte.. “-
rezaba una antigua canción.
Debra ignoraba el avance de la punta de hierro
afilada directa a clavarse en su cuerpo, estaba absorta en taponar las heridas
del centurión. Iba a dejar el mundo, iba a morir haciendo lo
que amaba..!!
En ese mismo momento, en que parece que el tiempo se
congela y se para, Annie atravesó la línea de impacto desviando con ella la
punta mortal del pilum. Al tiempo y con una destreza casi increíble antes de
tocar el suelo, dos flechas salen del arco de Annie, en dirección al pretoriano
que se dirigía cargando hacia ellas con su gladius en alto
El pretoriano recibió dos impactos tan fuertes que
cayó hacia atrás paralizado por los cortes en las cervicales, dos flechas
clavadas en su cuello. El gladius salió volando por el aire hasta recorrer unos
4 metros y se clavó en el cuerpo tumbado del caballo del centurión, pasó muy
cerca de la cabeza de Debra.
-Gracias Annie, no lo había visto venir..!fiuu- Debra
hizo un gesto con los labios.
Annie estaba siempre
alerta a cualquier movimiento de su hermana, se mantenía a cierta distancia, un
poco alejada. Estaba algo extrañada pues no entendía el interés de Debra en
rescatar a un romano enemigo y llevada por la furia en el campo de batalla, luchaba
como la hija de la misma Diosa Danna, provocando desconcierto en las tropas
enemigas.
De repente, advirtió la escena. La cara del
soldado pretoriano a unos 15 metros de Debra, que lanzaba un lanza de hierro con
punta de espiga hacia ella, desprotegida. Corrió como alma que lleva el diablo con
todas sus fuerzas para cruzarse en su camino.
La lucha era cruenta. El romano también la había visto de soslayo luchando y no podía
creer que una mujer pudiera luchar con tanta furia. Su pelo rojo como el fuego se
mezclaba con el color de la sangre derramada por todas partes. Una bella
guerrera con la furia de mil demonios del Hades…
Annie no
perdono y le atravesó la columna vertebral con dos flechas dejándolo paralizado en el suelo. Miró a Debra para comprobar que estaba bien y sonrió.
En ese momento Debra pudo ver como una bocanada de
sangre asomaba entre la sonrisa de Annie que se encogía por un fuerte dolor en
el pecho. Un dolor inmenso atravesaba su espalda, antes de ver, sorprendida
como la madera del Pilum asomaba a través de su pecho por el lado izquierdo y que su
corazón había sido tocado por una herida mortal. No tuvo tiempo de verlo ni de
preverlo, Annie había salvado la vida de Debra que ahora estaba abrazándola de
rodillas sobre la tierra húmeda. No podía sacarle el pilum del pecho, llena de
ansiedad invocaba a la Diosa Mórrígan para que la ayudara. Pero ella sabía en
el fondo de su alma que no se podía hacer nada. Rompió su vestido para taponar
fuertemente la herida, en un gesto casi reactivo, inconsciente por aplicar la
técnica que tantas vidas había salvado, pero no podía cortar y sacar el palo de madera
del pilum, pues se desangraría en segundos
Debra sumida en un terrible sufrimiento se encogía
sobre su estómago, del zurrón sacó una pócima que guardaba para estos casos,
una mezcla de hierba de golondrina y adormidera, para aliviar el dolor. Se la
dio a beber mientras Annie la miraba con un amor infinito, y veía como Debra entre
lágrimas decía entre dientes:
-No pasa nada Annie, te voy a sacar la lanza y cerraré
tus heridas. Volverás a ser la de siempre!! Fuerte y sana. Annie no te
duermas!! No te duermas!!- Gritaba Debra agitando los hombros de Annie,
mientras el reflejo del fuego en sus claros ojos azules, agitaba la hoguera de la
pérdida y el sufrimiento.
Por un momento Annie volvía en sí:
-Debra…Me gustaría pasear por los palacios de la Diosa!.
Pero..no siempre he hecho las cosas bien!!
-No pasa nada cariño!!-Le susurraba su hermana
mayor.
-¿Crees que he sido útil en ésta vida?...decía entre
estertores de muerte.
-Claro que sí cariño, claro que sí…contestaba Debra
sumida en un llanto irreparable mientras le acariciaba la frente y apartaba su
bello pelo rojizo..
- He sentido odio, rabia y rencor…!-Annie se moría…
-No importa, Ella no lo tendrá en cuenta..! -
-Aun así me recibirá?- preguntaba la bella guerrera
-Si Annie, No importa lo que ha sucedido en el
camino, sino el camino andado y lo que has aprendido, has brillado con mucha
luz. ¡Todo está bien!.¿Cómo no vas a ver a quien te ama tanto?- le decía Debra mientras
trataba de contener sus lágrimas y sus miedos más profundos. Amaba a Annie más
que a nada en este mundo. Su corazón se rompía con cada gota de sangre que su
hermana derramaba. No podía ni quería imaginar una vida sin ella.
- Abre tu corazón al Amor, querida hermana y sigue
tu camino, pues has sentido verdadero Amor por mí y yo lo he sentido por ti.
Siempre estaremos juntas, vivirás para siempre en mi corazón.
La gran batalla acabó, los campos del valle se
llenaron del color de la sangre, Roma había ganado de nuevo, los buitres
saciaban ahora su apetito entre los huesos y
la carne putrefacta de unos y otros.
Cuando Annie abandono su cuerpo, Debra se hundió en
la miseria y un sentimiento de culpa se apoderó de su día a día borrando sus
ilusiones, apagando el amor que hasta ahora la había sostenido, sus emociones
caían en el profundo infierno de la desesperación, la agonía y la muerte. Ella quería tenerla a
su lado, y el dolor por la perdida la mantuvo en silencio durante mucho
tiempo. Podía desapegarse de las cosas
vanas e inútiles, podía renunciar a muchas cosas sin darle importancia: Tan
solo posesiones materiales, como las joyas, o los regalos que heredó de sus
padres, la casa en donde vivía, pero el apego que sentía por su hermana nunca fue
algo vano e inútil. Estaba convencida de que este tipo de “apegos no eran vanos”.
Poco a poco el recuerdo del espíritu de Annie le ayudo
a seguir luchando, enseñando a los jóvenes que el verdadero camino estaba en la
Luz. Explicando que no era suficiente con pedir protección a la Diosa, sino que
era necesario ponerse en marcha y solucionar los problemas, era necesario
tender la mano a los demás”, como siempre decía Annie:
-“Porque termina una batalla y empieza otra y con cada una de ellas, tendremos una nueva oportunidad, de luchar, de aprender,
de crecer y de ser útiles. Porque sé que no es fácil y aún así cada día disfruto
de ésta oportunidad. Tan solo porque quiero y puedo hacerlo.”
El tiempo pasó, las heridas se fueron cerrando
aunque nunca se curaran del todo.
Cada vez eran más los que se aproximaban a su vieja
casa en un gigante tejo de raíces expuestas al aire en los antiguos bosques de
Dean. Muchos iban en busca de su consejo, incluso magos, hechiceros y
curanderos, Debra quería ser útil y no podía permanecer con los brazos cruzados
lamentándose, ella aspiraba a encontrar el sentido a la vida y así entender las
cosas que habían sucedido.
-“La Madre nos ayuda a vencer los miedos. Hay muchos
tipos de temores: terror, pavor, miedo a lo conocido o a lo desconocido, miedo
a perder, miedo a no tener el control de uno mismo, miedo a la locura, a la
enfermedad y a la muerte…miedo a otras personas.
Si una persona sufre
de terror porque su dolencia tiene pocas posibilidades de recuperación, la
Madre nos regala Rosas Silvestres para
aliviar su pesar. Cuando nos sentimos cansados, irritables y enojados, tomaremos Impatiens para recuperar la serenidad. Cuando estamos deprimidos y no
encontramos la felicidad, tomaremos Genciana
o Mostaza. A veces, cantamos y reímos
para aliviar el cansancio y deberíamos tomar Agrimonia. Si caemos en la tristeza, la Achicoria nos levantara el ánimo.. Cuando perdemos todo el interés
y no prestamos atención la Clematide nos
centrará de nuevo. Y si creemos que la vida nos trata mal tenemos el Sauce y su consuelo.
Si sentimos frio en la noche y nos acurrucamos cerca
del fuego, tomaremos Vid. Si algo
nos asusta, Mímulo. Si se teme a lo
desconocido, el Alamo Temblon nos dará
fuerzas.
Si nos mostramos indecisos, Scleranthus es sin dudo el remedio más indicado. Para la
hipocresía,,? Ceratostigma. Para los
celos, toma Acebo y si te preocupas
y eres egoísta, Brezo.
Haya si sientes intolerancia.
Sin olvidar a los grandes Arboles Sagrados como el Castaño, el Roble, El Olivo como lo
llaman o dicen los romanos. El Nogal,
el Pino o el Manzano, todos ellos nos protegen y restablecen la energía del vital,
cada uno según su temperamento…”
Durante ese periodo convulso de la humanidad las
luchas eran continuas y vivir era un deporte de riesgo.
La vida de la Maga Blanca tocaba a su fin y decidió
marcharse una noche de luna llena
mientras dormía, en mitad de una tregua después del tercer intento de invasión
romana, mientras en las cercanías, al otro lado del bosque, una nueva batalla se
estaba desarrollando. Toda una vida de
luchas sangrientas, pero ahora en el lecho de muerte la paz y el amor la rodeaban
con todos los seres que la conocieron y la quisieron, con todos los que la amaron.
En sus últimos momentos de vida no se sintió sola
pues se reunió una multitud de los que mantendrían la antorcha encendida, para
que al despertar los "dormidos" siguieran la senda de la luz.
FIN