CUANDO EL ENEMIGO VIVE DENTRO DE TI...
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En los días que vivimos, la
crisis social, las frustraciones propias, los estados de insatisfacción
permanente y el amplio abanico de emociones negativas suelen desembocar en
ENFADO, RABIA, PERDIDA DE CONTROL, DESEQUILIBRIO…
Tomar conciencia de su aparición en escena y aprender a gestionarlas a través del cuerpo nos permite controlar su energía sin caer en ataques…
Tomar conciencia de su aparición en escena y aprender a gestionarlas a través del cuerpo nos permite controlar su energía sin caer en ataques…
En nuestra mente, pueden tomar
forma las aspiraciones más elevadas del ser humano (generosidad, alegría,
paciencia, valentía) y también los instintos más básicos y animales (rabia,
ira, rencor, egocentrismo, dolor…) con una intensidad capaz de materializarse
en nuestra parte física.
No somos un cuerpo, una mente y
un conjunto de emociones separado y desconexo. Mente, cuerpo y emoción caminan
intercomunicados y de la mano interactuando: Qué soy, que pienso y qué siento
son las preguntas imprescindibles en el proceso del autoconocimiento y la
realización personal.
Conocer las herramientas que nos
permitan localizar los estados mentales y emocionales nos permite gestionar las
emociones que nos producen malestar.
Elaborar un modo adecuado de
gestionar las emociones negativas, no reteniéndolas en la mente ni en el
cuerpo, es una tarea enormemente gratificante y deberíamos educarnos en ello
desde la niñez.
Es interesante la lectura del
libro “El arte de la compasión” del Dalai Lama. En él se defiende que ante una
situación que consideramos injusta, lo primero que debemos hacer es procesar lo sucedido y “debería alcanzarse a partir de un
análisis claro de la situación y no como resultado de un ataque de ira. Creo
que la ira y el odio nos producen más daño que la persona que causa el
problema”.
Pero para cada reacción emocional
una manera de gestionarlo y esta solución existe dentro de cada uno de
nosotros.
¿Qué podemos hacer?
¿Qué podemos hacer?
Cuando aparece una emoción lo
suficientemente poderosa como para que afecte a nuestra mente y se manifieste
en nuestro cuerpo, podemos optar por estas 3 opciones: Consentirlo, frustrarlo o redireccionarlo.
Algunas personas tienden a
dejarse llevar inconscientemente por lo que sienten en cada momento, consintiendo el impulso, o frustrándolo de modo violento, lo que
conlleva circunstancias dolorosas y perniciosas para uno mismo. Si no aprendemos
a manejar las fuerzas nocivas y negativas estas dominaran nuestros actos y
pueden llevarnos a estados de:
- IRA: Tiene la cualidad de poderse expandir como una onda en el agua, pero con el ímpetu de una ola gigante o un tsunami. La ofuscación y la falta de control se generan en su origen y son la causa de muchos conflictos personales y sociales y de un sufrimiento que no enseña ni aporta nada. Para contrarrestar la ira, hay que practicar la mansedumbre que no debe confundirse con debilidad y que tiene más que ver con fluir controlando la dirección y flotar, que con dejarse arrastrar. La mansedumbre contiene una fuerza pacífica que defiende sin ofender.
- LA RABIA: tiene la propiedad de chocar una y otra vez con la realidad de los hechos a los que se opone…y aunque la reacción a la ofensa percibida posee una gran fuerza inicial, en lo profundo corroe y debilita al que siente rabia. Para superar la rabia es necesario el perdón autentico, ligado a la aceptación del otro sin valoraciones ni sentimientos de superioridad por parte de quien acepta. En la medida en que somos capaces de aceptar las distintas formas de ver el mundo, crecemos en nuestra capacidad de ser los dueños de nuestras propias circunstancias y de crear nuestro propio camino. Abre las perspectivas y nos muestra una visión global más amplia y sorprendente.
- LOS CELOS: Se dice que se dan con mayor facilidad en personas con una imagen propia insegura y una autoestima baja. Dependen demasiado de la atención de los demás y no soportan no poder controlar o manipular su entorno. La única cura que existe para superar este desequilibrio emocional es practicar activamente la tolerancia, el respeto por la diferencia y la confianza en uno mismo. Las personas nacemos libres y nadie debe intentar dominar o poseer a otro. Solo teniendo conciencia de donde existen celos y manipulación se puede cultivar un amor desapegado que, aunque no se busque conscientemente, genera amor puro de alta calidad y potencia.
- EL RENCOR: Es una imposición. Impone al presente estar supeditado al pasado. El recelo y la animadversión por algo que sucedió en otro tiempo…porque esta emoción oscurece y cambia los hechos y la percepción que tenemos de estos. Para superar el rencor es necesaria una alta dosis de benevolencia y una comprensión correcta, para transformar el rencor en pensamientos y sentimientos amorosos hacia el otro y al mismo tiempo, liberar de rencor a quien lo siente.
Cuando una emoción negativa no se
ha consentido, ni frustrado, nos queda la posibilidad de redireccionarla. Aprender a liberar su fuerza negativa sin herir a
otros o herirse uno mismo, genera equilibrio mental, evita la somatización y
previene conflictos en las relaciones.
Es necesario ayudar a nuestro
cuerpo a desbloquearse, ajustándolo con práctica y destreza a la contención y
expansión de las emociones. Existen múltiples terapias al respecto y cada cual
debe optar por la que le resulte más sencilla y eficaz, pero en su mayoría,
tratan de comunicar todas las partes de nuestro ser para mantener el
equilibrio. Algunos terapeutas bioenergéticos como Alexander Lowen consideran
la miopía relacionada con el miedo y los dolores de espalda con la ira
reprimida. Considera que al igual que los animales arquean el lomo antes de
atacar, cuando una persona se enfurece, arquea su espalda y si se reprime la
ira, pasa al inconsciente, la tensión se cronifica y la parte superior de la
espalda se curva en una posición forzada que genera problemas.
Otra válvula de escape que posee
nuestro cuerpo físico es el llanto que actúa como desbloqueante básico,
aflojando la tensión en apenas unos minutos. Pero, cuando la emoción sentida es
muy fuerte (ira, Rencor…) el llanto no tiene caudal suficiente y necesitamos de
todo el cuerpo. Existen ejercicios prácticos de lo más variado: golpear
almohadas, correr, gritar…controlando la respiración y expandiendo la capacidad
de nuestros pulmones. Con ellos, la descarga adquiere un carácter involuntario,
se hace profunda y se restablece la armonía. Con la práctica se restablecen las
vías de comunicación del cuerpo y se recupera el fluir natural sin las
interrupciones de los “atascos emocionales”, evitan conflictos con los demás e
incluso enfermedades psicosomáticas.