alimentos y defensas

 











Nuestro cuerpo dispone de un complejo mecanismo de defensa que actúa a través del sistema inmunitario. Conocer y reforzar la acción de sus componentes es importante para mantenerse saludables.

 

Nutrirse no es lo mismo que alimentarse. Es preciso revisar con que nos nutrimos y cómo alimentamos este cuerpo, porque podemos fortalecer increíblemente nuestras defensas naturales frente al cáncer. Recordar también que nuestras emociones y sentimientos afectan directamente en la evolución de de cualquier patología. Muchos estudios confirman el papel crucial que desempeña el sentimiento de impotencia en el desarrollo y promoción del cáncer. Debemos prestar atención a la conexión que existe entre nuestro cuerpo, nuestra mente, las emociones que sentimos y nuestro espíritu (aquello en lo que creemos con certeza) y sobre todo el impacto negativo de esos sentimientos prolongados de impotencia y desesperación, pues contribuyen a potenciar los procesos de inflamación que pueden hacer que el cáncer crezca.

En términos de nutrición biológica, hay abundantes estudios destinados a demostrar el efecto de ciertos nutrientes que denominan anticancer. 

Primero un repaso rápido de cómo funciona el sistema inmunológico de nuestro cuerpo…







La inmunidad, es la capacidad  del organismo para luchar contra agentes extraños o antígenos, que intentan dañar sus tejidos y sistemas. Los identifica y reacciona frente a ellos, ya sean bacterias, virus o células tumorales, al mismo tiempo que es capaz de reconocer lo que le es propio y no atacar sus estructuras (que es lo que sucede en las enfermedades autoinmunes).

La inmunidad innata o específica es la formada por las barreras naturales (piel, mucosas,..) que forman un escudo protector y se sirven de mezclas químicas como cambios en el pH de la piel, o de los jugos gástricos, enzimas segregados a través de las lagrimas o cambios en la flora intestinal. Esta respuesta es innata y es la primera línea de defensa del cuerpo frente a las agresiones físicas.

La segunda barrera es mucho más específica y complicada. Diría que mucho más sofisticada. Es una respuesta organizada por células que se activan de forma inmediata cuando un antígeno penetra en el organismo. Entre sus facultades está la de producir inflamación, movilizar distintos tipos de células como los leucocitos o glóbulos blancos, los macrófagos y las células NK, en dirección al antígeno invasor, al que reconocerá y destruirá mediante reacciones tóxicas. Después eliminarán los restos fagocitándolo. Cuando se dan este tipo de respuestas, se pone en marcha el denominado sistema de complemento, que está formado por proteínas presentes en el plasma. Todas estas células actúan con sinergia, intercambiando mensajes celulares y potenciando su capacidad. Además no nos olvidemos del grupo que componen la denominada inmunidad adquirida específica para cada uno de nosotros. Es el legado de la mente celular y lo que ha aprendido en las batallas frente a los antígenos que han invadido el organismo.

Pero este Sistema Inmunitario no tiene una estructura concreta como un órgano sino que está repartido por todo nuestro cuerpo en distintas estructuras y formaciones que interactúan entre sí, movilizando un montón de células y de sustancias diferentes. La mayoría de estas células están en los órganos linfoideos, por eso se les llama a esas células linfocitos. Los linfocitos establecen estímulos coordinando el sistema neural y hormonal para establecer estímulos comunes y respuestas compartidas... (No os recuerda a nada el funcionamiento de este sistema?)

La integridad de este sistema inmunitario depende tanto de los micronutrientes como de los micronutrientes, por lo que en los periodos en que se desarrollan algunas batallas hay que prestar mucha atención a cómo vamos a ayudar a nuestro organismo.

PAUTAS ALIMENTARIAS BÁSICAS

La inmunonutrición es el estudio de los efectos de determinados nutrientes y modelos alimentarios sobre el sistema inmunitario. Para que nos entendamos, cómo alimentamos a nuestras tropas defensivas.

Aunque la salud depende de múltiples factores, está comprobado cómo influye la alimentación en la prevención inmunitaria y metabólica de muchas enfermedades. Los déficits nutricionales condicionan negativamente al sistema inmunitario, ya que algunos nutrientes son esenciales para producir toda la respuesta celular y coordinar las defensas.

Los Aminoácidos, moléculas de las que están compuestas las proteínas, intervienen como sustrato material de linfocitos e inmunoglobulinas. Los aminoácidos son precursores de intermediarios implicados en la respuesta inmunológica, fuente de energía para los linfocitos y esenciales en la integridad de estructuras de barrera.

Incorporaremos a la dieta las proteínas necesarias consumiendo: Carnes de origen animal ( con moderación de grasas) Legumbres, pescado con preferencia azul, frutos secos y huevos,  Si necesitamos un aporte mayor de proteínas podemos añadir clara de huevo a las comidas habituales y aumentaremos la ingesta de proteína de alto valor biológico, que significa que contiene todo el grupo de aminoácidos esenciales.

Las Grasas: Las dietas ricas en grasas disminuyen la producción de linfocitos y  la actividad de determinadas células defensivas afectando tanto la inmunidad natural como la adquirida.

En nuestra dieta: Eliminaremos los alimentos que contengan grasas Trans (procedentes de la bollería industrial, los alimentos precocinados, algunas conservas) y de grasas saturadas (algunos embutidos, mantequillas, carnes grasas...) sustituyéndolas por Aceite de oliva y grasas poliinsaturadas presentes en el pescado azul, las nueces, frutos secos…)

Nota: Aunque la soja es muy rica en grasas de tipo Omega 3, sanas para el sistema inmunológico, también es rica en fitoesteroles (estrógenos de tipo vegetal) y no tengo muy claro cómo afectan a la producción de estrógenos en el avance del tumor de mama, por lo que yo los he eliminado de mi dieta temporalmente, aunque si los recomiendo como preventivo si estas sano.

Azucares, Glúcidos o Hidratos de Carbono: Parece comprobado que el consumo excesivo de harinas refinadas, deprime al sistema inmunológico y que los cereales y trigo integral ricos en fibra y que contienen el germen rico en grasas poliinsaturadas de alta calidad biológica, mejoran el rendimiento celular.

La glucosa, componente esencial y carburante para el funcionamiento del organismo debe de estar equilibrado. Debemos de evitar las hipo e hiperglucemias que afectan directamente al sistema inmunitario. Más que comprobado múltiples veces en personas diabéticas mal controladas, los efectos del desequilibrio en el sistema inmunitario, que les vuelven altamente vulnerables a invasiones por patógenos.

En la dieta: Optaremos por el consumo de harinas y cereales integrales, reduciremos el consumo de azucares refinados y los sustituiremos por los de caña, sin refinar o miel, controlando no caer en excesos.

Minerales imprescindibles:

• Zinc: Actúa como cofactor en la acción de los enzimas que intervienen en el sistema inmunitario. Se encuentra en: Pescado, yema de huevo, las ostras y las carnes, el germen de trigo, las semillas de sésamo, la calabaza, los cereales integrales y las legumbres. 

• Selenio: Es el encargado de mantener las estructuras de las células inmunitarias estabilizando sus membranas.  Participa en el  proceso de liberación de enzimas y otros factores implicados en la respuesta celular. Es el oligoelemento más influyente a este nivel. Se encuentra en los cereales integrales, carnes y pescados. 

• Hierro: Su déficit está asociado a la disminución de la capacidad bactericida de los neutrófilos, y a los procesos de síntesis de proteínas necesarias para el proceso defensivo. El exceso se asocia al incremento del poder patógeno de los gérmenes, elevando el riesgo de infección, disminución del número de linfocitos T y la actividad de otras células citotóxicas. Se encuentra en verduras de hoja verde oscuro tipo espinaca, acelgas, en las legumbres, carnes rojas y vísceras. Para mejorar su absorción recomiendo asociar estas comidas con algún cítrico o verdura cruda con alto contenido en vitamina C en la misma ingesta.

• Cobre: No es habitual su carencia. Es otro oligoelemento asociado al sistema inmunológico que interviene en la producción de anticuerpos y en el proceso de destrucción de microorganismos.

Os recomiendo la lectura del libro: 
“Inmunonutrición en la salud y en la enfermedad” 
(A. Marcos. Ed. Panamericana) para los que estéis interesados en ampliar el tema